Cada día aprendo cosas nuevas en mi trabajo. Todos sabemos que cada persona es un mundo, pero a la vez todos nos comportamos de forma distinta en el ambiente del trabajo y fuera de él. Vamos, que más que un mundo somos toda una constelación. Sin embargo hay algo que va unido a cada persona y es la forma en la que afronta las dificultades.
Da igual donde nos encontremos nuestra actitud ante una dificultad suele ser instintiva. Unos adolecemos de dispararnos como la pólvora y saltar a la mínima, otros parecemos no tener sangre, otros parecemos tangenciales a las situaciones, otros y, otros y, otros.
Cuando tu trabajo en el día a día es hacer equipo es cuando te das cuenta que las personas somos universos sin explorar. Creemos conocernos y conocer a los demás y nada más lejos de la realidad. Por eso hago la comparación de los equipo de trabajo con los océanos. Conocemos con precisión dos dimensiones: extensión y profundidad en los océanos y quienes forman el equipo y cuales son sus roles en los equipos de trabajo, pero desconocemos la tercera dimensión. La dimensión que hace que los océanos pese a todos nuestros avances tecnológicos sean un gran desconocido, esa dimensión que hace que cada persona seamos una caja de sorpresas.
Todo esto es muy positivo. Lo verdaderamente atractivo de trabajar en un equipo no son tus límites, sino lo límites del equipo en conjunto. Lo más importante es la adaptación y esta se consigue cuando comprendes que lo que verdaderamente tiene valor no son tus capacidades sino las del grupo globalmente.
¿Cómo saber cuando estás verdaderamente integrado en un equipo?
Estás integrado cuando eres capaz de sacrificar tus capacidades para que los demás exploten al máximo las suyas. En ese momento haces equipo, eres equipo y no dudes de que el equipo se verá reflejado en tí.
Y es en este momento cuando puedes disfrutar de que cada persona sea un océano. ¿Por qué? muy sencillo. El mejor equipo es aquel que está compuesto por la mayor diversidad de mentalidades que aportan la mayor cantidad de ideas a cualquier proyecto en el que se esté trabajando. ¿Pero eso también tiene su lado negativo? Por supuesto, a mayor diversidad, más complejidad, pero es en ese punto en el que es básico comprender la tercera dimensión de lo equipos de trabajo. Y de ese conocimiento surge una gran unión para conseguir los mayores logros.
Es necesario ser optimista y ver siempre el lado positivo de las cosas. En este océano se encuentran cosas sorprendentes que te llevan a cometer muchos errores, muchísmos. Pero manteniendo siempre la calma y analizando a cada miembro del equipo y dando por sentado que muchos de nuestros comportamientos no son alterables, se puede llegar a obtener el mejor partido de cada persona. ¿Cómo? Llevando a la práctica el lema «Si no puedes vencerle únete a él». O lo que es lo mismo, cuando una corriente oceánica te arrastre no nades nunca en contra, nada a favor de la misma para poder salir de ella lo más rápidamente posible.
Todos tenemos muchos «defectos», pero nunca nos olvidemos de que lo que en un momento dado se considera un defecto puede ser una gran virtud momentos después ante otro situación. Eso mismo es lo que ocurre con las personas que forman un equipo. El objetivo final es conocer los defectos individuales para convertirlos en virtudes del grupo.
¿Es muy complejo convertir defectos en virtudes? Por supuesto, pero no es imposible. ¿No crees que merece la pena intentarlo?
nosuna dice
Buen artículo, como los que tienes aún en portada. No es peloteo, en serio, y las imágenes muy buenas también.
Creo que voy a llamar al psicólogo, estar leyendo blogs un sábado por la noche!! jajajja
hasta el lunes
nico
jarboleya dice
Tienes razón Nico,
Procura que sea argentino para que haga juego con la fotografía del artículo 😉
Saludos Maestro.
Irina dice
De verdad que acaba de morir Gustavo Cerati? He estado buscando la fuente por todas partes y no lo encuentro. plis alguien que me confirme