Cuando estamos desarrollando una funcionalidad para una aplicación es importante concentrarnos en escribir un buen código y que haga lo que necesita nuestro cliente.
Idealmente
La metodología adecuada a seguir debería contemplar fases de diseño, desarrollo y test de usuario entre otras y de forma iterativa hasta conseguir que el desarrollo tenga la funcionalidad adecuada para obtener una buena experiencia de usuario. Desgraciadamente esto solo es así en contadas ocasiones, aunque cada día el diseño está ganando más adeptos en los equipos multidisciplinares de desarrollo.
Probar a fondo
La realidad que viven la gran mayoría de los programadores que desarrollan una nueva funcionalidad es realizar todo el desarrollo en base a su experiencia o patrones que se aplican en todos los desarrollos sin tener previamente un trabajo de diseño. Hay un aspecto que cuesta mucho llevar a cabo y es probar a fondo nuestros desarrollos. Cuando empleo el término a fondo me refiero a probar con los ojos del usuario, con los datos reales que usará el usuario, realizar todos los pasos que tendrá que seguir el usuario y repetirlos tal y como la hará el usuario para llevar a cabo su trabajo.
No podemos pensar como un usuario
Aún haciendo nuestro trabajo “a fondo” nunca conseguiremos detectar todas las dificultades que encontrará el usuario que no conoce la aplicación como el desarrollador que la programa. Sin embargo, realizar bien las pruebas nos permitirá detectar para corregir muchas y mejorar la experiencia de usuario notablemente.
Dedica tiempo para ahorrar tiempo
Parece absurdo que tengamos que emplear tiempo para ahorrarlo pero la realidad es que eso es lo que sucede cuando hacemos bien la fase de pruebas a la vez que el desarrollo, ya que posponerla al final o no hacerla bien son los principales motivos para tener que dedicar posteriormente una gran cantidad de tiempo muy superior a la que se habría empleado haciendo bien la fase de pruebas.
Cuando no hacemos las pruebas a fondo durante el desarrollo nos encontramos con numerosos bugs o incidencias a resolver tras ponerla en producción, con grandes problemas de usabilidad cuya resolución obliga a cambios importantes tanto en interfaz como en base de datos. En definitiva, disgustos para el desarrollador que unos días, semanas o meses después de finalizar el desarrollo tiene que volver a revisar y corregir un código que ya no recuerda y también disgustos para el usuario que tiene una primera mala experiencia lo que hace que tenga una valoración negativa de la misma difícil de cambiar a corto plazo.
El usuario es tu aliado
Hay un paso básico para conseguir que nuestros desarrollos terminen en éxito, hay que involucrar al usuario en el desarrollo, mostrándole lo desarrollado para obtener su feedback, permitiéndole que pueda probar la funcionalidad durante el desarrollo y, sobre todo escuchándole para entender las dificultades que encuentra en su experiencia de usuario.
Trabajar codo a codo con el usuario y hacer que se sienta partícipe en el desarrollo y parte del equipo conseguirá que cuando use la nueva funcionalidad en lugar de hacerlo con un sentimiento de obligación que habitualmente le lleva a ser crítico tendrá mucho interés en usarla ya que la conoce, sabe usarla, es más consciente de lo que ha costado desarrollarla, algo importante a la hora de pedir mejoras y además ayuda a que entienda mejor por qué algunos cambios son más sencillos o más complejos de programar.
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